4/08/2005

Pacto de sangre

Este cuento de Benedetti es de una belleza, crudeza y sencillez que me emocionó, y hace pensar en la soledad de los abuelos, por supuesto con un poco de fantasía...pero lo central es el mundo propio que se crean cuando se los trata diferente, como cuenta Serrat "después de habernos servido bien", dice:



A esta altura ya nadie me nombra por mi nombre: Octavio. Todos me llaman abuelo. Incluida mi propia hija. Cuando uno tiene, como yo, ochenta y cuatro años, qué más puede pedir. No pido nada. Fui y sigo siendo orgulloso. Sin embargo, hace ya algunos años que me he acostumbrado a estar en la mecedora o en la cama.

No hablo. Los demás creen que no puedo hablar, incluso el médico lo cree. Pero yo puedo hablar. Hablo por la noche, monologo, naturalmente que en voz muy baja, para que no me oigan. Hablo nada más que para asegurarme de que puedo. Total, ¿para qué?
seguí leyendo


No hay comentarios.: