
Ayer cumplimos siete años y medio de vivir juntos y mi contrario me invitó a comer fuera de casa. Como estábamos medio enojados me sorprendió, porque no es de aflojar primero, pero sin pensarlo mucho le dije: claro! siii, cómo no!
Allí fuimos y empezó a hablar: "en realidad no recuerdo qué fue lo que nos distanció esta vez, pero hay que charlarlo". Lo único que hice fue tomarle la mano y decirle "si hubiera sido algo importante lo recordaríamos, no?" y nos reímos.
Creo que descubrí que para terminar con nuestras a veces caracúlicas cenas, de días que parecen eternos...hay que provocar una sonrisa. El hablar tanto a veces genera que, innecesariamente saquemos trapitos al sol y seguimos igual, y a veces quedamos peor pero siempre por tonterías.
En fin ya sueltos, nos contámos lo que hicimos cada uno, esos días de hablar poco y pudimos pasar una noche linda con todos los chiches. (juas qué rudimentaria soy para escribir pero fue así, con todos los chiches).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario